A lo largo de nuestra vida nos vemos expuestos, de forma inevitable, a diferentes situaciones de riesgo que pueden alterar nuestra salud, bien de forma temporal o permanente y que no siempre están cubiertas por el sistema público de previsión social. Las medidas de prevención que adoptemos ante la amenaza de estos riesgos no siempre nos evitarán que algunos de ellos, efectivamente, se acaben produciendo, ya sea como consecuencia de un proceso natural de enfermedad o de un accidente imprevisto.

A menudo desconocemos con rigor el alcance de la protección con la que contamos para compensar la posible pérdida económica que se puede derivar de situaciones inesperadas, como es el caso de una baja laboral, una invalidez parcial o absoluta o incluso de un fallecimiento prematuro. Por eso también nos es difícil saber qué necesitaríamos exactamente para complementar nuestros ingresos cuando estos se vieran alterados.

A demás de compensar la pérdida de ingresos, tendremos que hacer frente a una posible subida de gastos

Pero no sólo se trata de compensar la pérdida de ingresos. Además de que esta nos puede afectar de forma diversa en función de si trabajamos por cuenta propia o ajena o de nuestro nivel y tiempo de cotización, tenemos que contar también con un posible aumento de gastos. Serán los que se puedan generar para intentar recuperar el buen estado de salud o acelerar el proceso de recuperación. En esta línea podríamos necesitar pagar para acceder a consultas médicas privadas, tratamientos o intervenciones al margen del sistema público de salud o a la contratación de un profesional que realizara las tareas que nosotros no pudiéramos desarrollar.

Conociendo las normas de previsión social que nos afectan

Es fácil pensar que, con lo que cotizamos a la Seguridad Social, el sistema generará por sí mismo una pensión que será suficiente, y más aún si somos de los afortunados que, por sus ingresos, están cotizando por la base máxima. Pero si no conocemos las reglas podemos incurrir en ciertos errores. Por ejemplo, los ingresos podrían ser superiores a la base de cotización máxima, el trabajador por cuenta ajena podría elegir una base de cotización inferior a sus ingresos, nuestros hijos podrían tener una edad cercana al límite de pago de la prestación de orfandad o podríamos haber acabado de empezar a trabajar y aún no haber cotizado el tiempo mínimo suficiente. Estas son sólo algunas de las posibles situaciones frente a la multitud que nos ofrece la casuística: la clave es entender cuáles de ellas podrían sucedernos y conocer las normas que las afectan, para saber con certeza a qué nos enfrentamos.

Es probable que pensemos que la empresa complementará nuestras prestaciones, pero mucho cuidado con lo que damos por supuesto

Si somos trabajadores por cuenta propia, sabemos que somos nosotros los que tenemos que planificar la provisión de cualquier complemento pero, si somos trabajadores por cuenta ajena, es muy probable que pensemos que es la empresa quien debe encargarse de complementar las prestaciones, entre otras cosas, porque puede ser que dispongamos incluso de un seguro de vida que paga la propia compañía. Mucho cuidado con lo que damos por supuesto. ¿Somos conscientes que la protección que existe en casi el 100% de los convenios laborales es solo por accidentes y, en muchos casos además, tiene validez exclusivamente cuando estos sean de carácter laboral?

¿Cómo puedo saber qué necesito?

Para comprender la situación en la que nos encontramos cada uno particularmente y aquellas posibles consecuencias a las que podríamos tener que hacer frente debemos considerar muchos factores con rigor y siguiendo un método.

  1. Conocer el contexto de protección.
  2. Revisar nuestras circunstancias laborales y la forma en la que influyen en el sistema.
  3. Analizar nuestras circunstancias personales y familiares y las implicaciones que estas puedan tener en nuestra necesidad de aumentar la protección.
  4. Seleccionar las coberturas idóneas y buscar el precio más competitivo en el mercado de previsión social privada.

En los otros artículos vemos cada una de las prestaciones entorno a la protección personal: incapacidad temporal, invalidez (parcial, profesional, y permanente), viudedad y orfandad y jubilación. Asimismo, veremos con detalle cómo afecta a cada trabajador, ya sea por cuenta propia, ajena o funcionario, y valoraremos qué otros factores y circunstancias personales pueden influir en la determinación de necesidades. Por último, también analizaremos las diversas coberturas que el seguro privado nos puede ofrecer en la línea de nuestras necesidades.